De la Tierra a la Luna – 26-27

De la Tierra a la Luna – Julio Verne

(Notas personales)

 

26. ¡Fuego!

El día clave: 1 de diciembre. Magnífico día soleado. Gente de todas partes del mundo. Una torre de Babel. Los días anteriores, mientras la gente llegaba de todos lados, todo era comida y bebida, una gran fiesta.

A las 7 pm la Luna apareció. Todos gritaron Hurras. Se presentaron los viajeros. Se cantó el himno nacional. Barbicane, frío y sereno. Nicholl, paso firme y mesurado. Ardan, siempre despreocupado, con cigarro en boca.

A las 10 entraron en el proyectil. Barbicane había sincronizado su reloj con el del Ing. Murchinson, encargado de prender fuego a la polvora.

Faltaban cuarenta segundos. La gente los contaba a coro. ¡Treinta y seis! ¡Treinta y siete! … ¡Cuarenta! ¡Fuego!

Una detonación sobrehumana. Una haz inmenso de fuego salió de las entrañas de la Tierra. El proyectil atravesaba victorioso por el aire.

 

27. Tiempo nublado.

Ahora había que obervar… pero, el cielo se nubló.

Por supuesto. Tal explosión fue capaz de provocar un disturbio atmosférico.

En principio, la detonación hizo que temblara en toda la Florida. La gente que había asistido a presenciar la salida, cayeron a tierra. Maston que se había acercado mucho, salió volando 20 toeasas como una bala por encima de las cabezas de la gente. Todos quedaron sordos con el estallido.

Hubo una afectación hasta 20 millas en los alrededores. Incluso en el mar hubo barcos que se hundieron. Se llegó a decir que incluso, media hora después de la partida del proyectil, se sintió temblar en la Sierra Leona.

Pero el problema fueron las nubes. Ni siquiera con el anteojo construido en el observatorio de Cambridge era posible observar nada. Pasaron los días. La inquietud creció. No fue sino hasta el dia 11, que fuertes vientos del Este limpiaron el cielo, y por la noche, se pudo apreciar la luna rojiza.

<- Anterior

Siguiente ->

< Índice >