Con zapatos nuevos

Es común, en estas fechas, recibir algún regalo. También se ha ido volviendo común que algunas personas se hagan auto-regalos.

Recuerdo mi infancia y lo que un regalo significaba: la posibilidad de usarlo de forma intensiva e indiscriminada en los días posteriores a su recibimiento. Si te regalaban una playera, querías usar esa playera todos los días, no quitártela para dormir y a veces ni siquiera para que la lavaran. Y así con cualquier regalo: una pelota, una muñeca, unos zapatos, una caja de colores, un carrito, un juego de mesa, un libro de cuentos, etc. En lo único que pensabas era en que tu reglo te acompanara por todos lados y a todas horas.

No sé si sea normal que conforme crecemos, dejamos de sorprendernos y de disfrtuar tanto los regalos. Después de recibirlos, pareciera que de inmediato se convierten en objetos comunes. O tal vez eso me sucedió sólo a mí, y durante muchos años eso me sucedía con los regalos recibidos. No significa que no apreciara el detalle y muestra de afecto de la persona que me había hecho el regalo, por supuesto que no. Esa parte nunca la he perdido: el agradecer con honesto cariño esa muestra que me hacen otras personas.

Aunque esto lo estoy publicando hoy, diciembre de 2019, la reflexion que estoy compartiendo la hice hace un par de años. No importa la edad: cuando recibas un regalo, úsalo gustosamente, llévalo a todos lados y disfrútalo intensamente.