Caer una y otra vez

Un día me vino a la mente la idea de que sería bueno aprender a pararme de manos.

No soy una persona intrépida, así que antes de comenzar a intentarlo, busqué algunos tutoriales en internet. Encontré de todo, pero, entre todo ese todo, nada que pudiera utilizar para lograr mi propósito de forma rápida. No importa, no hay prisa.

Me topé con muchas recomendaciones para poder hacer parados de manos de forma más efectiva: fortalecer los hombros y las muñecas, por ejemplo; desarrollar flexibilidad en hombros y muñecas, también; fortalecer el abdomen y los gluteos; mantener la espalda recta y… ¡puff! Demasiados tips.

Dado que ya tenía la habilidad de pararme de cabeza, pensé que el parado de manos sería sencillo. No lo ha sido. Hace ya 3 años que comencé a practicar y aún no lo domino.

¿El problema? Miedo a caer.

Y no lo entiendo. Sé que cuando aprendemos cosas nuevas, parte del proceso incluye el cometer errores y tener fracasos. He aprendido tantas cosas y durante los procesos de aprendizaje he cometido tantos y tantos errores, que sentí estar convencido de que caer durante el proceso de aprender es bueno. Dejar que algunas equivocaciones se vuelvan nuestras maestras.

Pero con el parado de manos, no he podido. He hecho todos – casi todos – los ejercicios y prácticas que he encontrado en tutoriales. Y digo casi todos, porque los únicos que no he hecho son precisamente aquellos que me harían lograr el parado de manos correcto, y son los que llevan intrínseco el riesgo de caer.

Hoy me pregunto qué habría sucedido si después de un mes de comenzar a practicar me hubiera dado la oportunidad de caer. Una vez y otra vez y otra más. Caer y caer. Y levantarme, volver a intentar y volver a caer. Tal vez 6 meses después ya habría sido capaz de pararme de manos. Tal vez hoy, 3 años después sería ya un experto.

Escribo esto con una doble intención: la primera, declarar mi derrota en la forma que utilicé para pararme de manos, y la segunda, aceptar que a partir de hoy, en mis prácticas, caeré y caeré y caeré hasta que haya aprendido a no caer.