Tu voz no me dijo nada

Tener un mensaje bien estructurado es la base de la buena comunicación. Pero no lo es todo. Hay por lo menos otros 3 elementos que te pueden ayudar a tener un mejor impacto: la voz, el cuerpo, y las emocionales.

Aquí vamos a hablar de la voz.

«Es que así hablo» es una de las justificaciones más comunes que ofrecen las personas que tienen dificultad para usar su voz a su favor. Hay personas que hablan como si estuvieran secreteando, o gritan, o hablan muy rápido, o de forma monótona o tienen la voz muy chillona. No es muy atractivo escucharlos hablar. ¿El resultado? De ser posible, los evitamos: ni siquiera les damos (o nos dan, si nosotros hablamos de alguna de esas formas) la oportunidad de hablar. Y un poco peor el asunto, si es inevitable escucharlos, la mayor parte del tiempo, en silencio dentro de nuestra mente nos estamos repitiendo algún mensaje del tipo «Que ya se calle… que ya se calle…»

La realidad es que los seres humanos podemos hacer muchas cosas con nuestra voz, así como con otras partes de nuestro cuerpo. Los brazos por ejemplo: podemos moverlos hacia adelante, hacia atrás, levantarlos, flexionarlos. En conjunto con la mano los usamos para cargar o aventar cosas. Y lo hacemos.

Con la voz es lo mismo. Podemos hablar más rápido, más lento, mas fuerte, más suave, imitar otras voces, canturrear, hacer pausas etc. pero nos hemos convencido de que no podemos.

Por supuesto, si quieres mejorar la forma en que tu voz te ayuda a comunicarte mejor, hay que practicar. Si puedes hacer cosas diferentes en la forma en que hablas, no dejarás de ser tú, ¡pero serás un tú mejorado!