Siempre vivimos hoy
A veces me preocupan cosas que sucedieron en el pasado. A veces me preocupa lo que sucederá en el futuro. Tal vez, por las fechas, me viene a la mente «Un cuento de Navidad», de Charles Dickens y las visitas de los fantasmas del pasado y del futuro. Y me viene también a la mente esa frase tantas veces escuchada: «Vive el presente». Yo creo que pensar en el pasado y en el futuro – pensar, no preocuparse – nos ayuda a vivir mejor en el presente.
Preocuparse por el pasado o por el futuro es una pérdida de tiempo y energía. Preocuparse es una pérdida de energía. Si algo puedes hacer acerca de lo que para ti es importante, hazlo: preocuparse no resuelve nada.
Vivir el presente, bajo esa premisa imperativa, tampoco me parece muy adecuada. Es una especie de invitación a no tomar en cuenta los antecedentes de lo que hacemos y tampoco las posibles consecuencias de nuestros actos.
Vivir el presente, para mí es una síntesis de pasado (antecedentes), futuro (posibles consecuencias) y acción (lo que hago hoy).
Vivir el presente es agradecer, compartir y ser responsables; saber que lo que hemos hecho y lo que hacemos es lo que «se tenía que hacer». Si lo que obtuvimos era lo que buscábamos, perfecto; si no, entonces debemos hacer alguos cambios.