Pensar en alguien

No sé qué sea más común: pensar en alguien con quien actualmente tenemos algún trato (alguien a quien le debemos o nos debe dinero, alguien que nos hizo un favor o nos ofendió en la oficina, alguien con quien saldremos a tomar un café o una cerveza mañana por la tarde), o pensar en alguien con quien no hemos tenido contacto en mucho tiempo.

En el primer caso, dado que se trata del momento presente, no le damos mucha importancia al pensar en esa persona.

Pero en el segundo caso, es más común que nos llame la atención ese pensar, o más en concreto: ¿por qué de pronto esoy pensando en esa persona?

Estás en calma y de pronto te viene a la mente un nombre, una imagen: una persona que fue parte de tu vida hace 10 o 20 años y de quien no has tenido noticias.

Y piensas en alguna conversación o alguna anécdota de algo que hicieron, o de alo que sucedió en donde estuvo involucrada esa persona. Pero más que eso, piensas «¿Por qué estoy pensando en él o ella?»

«Llegó y dejó su bolsa y su sombrero en el sillón. Volteó y, sonriendo, me saludó: Buen día. Yo sólo le sonreí. Estaba distraído y aunque la vi entrar, no pensé que me fuera a saludar.

Fue hacia los baños, se lavó las manos y se arregló el cabello (no la estaba espiando; los lavamanos están justo frente a donde estoy sentado). Regresó y se sentó. La mesera se acercó y le preguntó si quería algo de beber. No escuché qué contestó, pero al rato volvió la mesera con una bebida amarilla con mucho hielo.

Yo no podía evitar mirarla de reojo. El lunar sobre su labio del lado derecho de su boca; la caída de su cabello ondulado del lado izquierdo de su cara, casi tapando su ojo.

Yo seguí escribiendo lo que estaba escribiendo… y mirándola, inevitablemente, de reojo.

Sacó un libro y empezó a leer. Su expresión seria, concentrada, curiosa.

El lunar sobre su labio del lado derecho de su boca.

Inevitable.»