Otro hemisferio

Cuando se construye algo, es mejor saber qué se quiere construir.

Hoy mientras caminaba, venía pensando en la ciudad donde vivo. ¡Cuánto ha cambiado con el transcurrir de los años! Por supuesto más moderna, con los beneficios y problemas que la modernidad incluye.

Una pregunta me comenzó a dar vueltas en la cabeza: ¿Nosotros construimos esta ciudad? No me refiero a si fuimos los primeros moradores y pusimos las primeras piedras. Obviamente no fuimos nosotros. La cuestión es si nosotros en algún punto del pasado nos imaginamos el tipo de ciudad en la que queríamos vivir en el futuro y fuimos aportando los elementos necesarios para hacerlo, si fue alguien más con una visión muy concreta, o si sólo fuimos dejando que las circunstancias fueran dando forma a la ciudad.

Luis Jorge Boone en «Lado B Ensayos Laterales» cita la siguiente frase de «Jaque Perpetuo», de Gonzalo Lizardo: «Supongo que el hombre lleva tatuados, en sus más íntimas células, los indicios de una memoria milenaria, un palimpesto inmune a las borraduras que la cultura y la historia inscriben sobre su corteza». Tatuajes que también lleva la ciudad. ¿Hemos sido buenos tatuadores?

Si nuestra ciudad tuviera una voz, ¿qué nos diría? ¿Nos agradecería lo que hemos hecho con ella, como cuando agradecemos al peluquero o estilista por un excelente corte de cabello? ¿O nos reclamaría por nuestra mediocridad y apatía? «Si tanto has dicho que me amas, que amas este lugar donde naciste, creciste y has vivido, ¿por qué me has hecho esto?».

Tengo la impresión que hemos dejado que la ciudad se vaya construyendo sin una idea en mente y sólo vamos metiendo la mano de forma arbitraria cuando «estamos en posibilidad».

Osho, en «El libro del niño» dice que la timidez está relacionada con el sexo, y que una vez que el adolescente es libre de tener relaciones sexuales, deja de ser tímido. Así nos comportamos con la ciudad, sólo que en lugar de libertad, llegamos al abandono.

No somos honestos: cuando decimos que nuestra ciudad es bella, es con el afán de esconder el daño que le hemos hecho. La honestidad es bella. Nosotros nos hemos vuelto monstruos.

Parte de un poema de Gela Manzano dice: «Aunque el vuelo es altura / desciendo lentamente / aterrizando al otro lado del mundo / lejos de mi mundo circular / de mi casa, de mis perros / las cordilleras blancas / otro hemisferio». Tal vez a nuestra ciudad le gustaría dedicarnos un mensaje como ése, y sueña con que un día, pueda elevarse y volar lejos de nosotros, de nuestras casas y nuestros perros, y volver a iniciar su construcción en otro hemisferio.