¿Mediocre?
¿Por qué calificar a alguien o algo como mediocre? ¿Porque quiere lograr algo a pesar de no tener el talento o la habilidad para ello y hacer el intento a sabiendas de que muy probablemente no lo logre?
Pareciera entonces que es mejor no participar en un concurso de canto si sé que hay otras personas que tienen una voz muy superior a la mía.
¿Pero si lo que quiero es la experiencia? Me puedes responder, tal vez, que está bien, que puedo participar por vivir la experiencia pero que eso no cambiará en nada tu opinión acerc de mí: que soy un cantante mediocre.
¿Pero quién eres tú para decir que soy mediocre? ¿Eres acaso alguien con la preparación y experiencia necesaria para calificar y juzgar la calidad de mi desempeño? ¿O sólo eres alguien que gusta de opinar desde su, también, mediocridad?
¿Tiene remedio la mediocridad? Puede que sí. Cuando la mediocridad proviene de la falta de práctica, bastará con practicar lo sufciente, metódicamente, para salir de ella. Pero cuando la mediocridad tiene su orígen en la falta de talento, ¡oh, mala fortuna! Podrás practicar todo lo que quieras, y probablemete mejorarás respecto de tu desempeño previo, pero te mantendrás por siempre dentro de los límites de la mediocridad: «Siempre se esforzó, incluso más que los demás, pero nunca logró nada importante«.
Hay personas, sin embargo, a las que todo les sale bien, digno de resaltar. ¡Pues claro! Si hacen preponderantemente aquellas cosas en las que tienen habilidad y/o talento, los desempeños que observaremos en esas personas serán destacados. Con seguridad, han aprendido a prescindir de involucrarse en situaciones donde brillaría su mediocridad.
Y con este último comentario, no sé exactamente qué quiero decir, pero lo escribiré: «incluso en la medocridad, seamos felices».