Ensalada de pensamientos

Hay días en que no podemos pensar con claridad. ¿Te ha pasado?  Es como si muchos pedazos de pensamientos distintos se mezclaran; sí, como una ensalada de pensamientos: unos trozos de pensamientos relacionados con el trabajo, otros cuantos que tienen que ver conque si fue penalti o no, otros acerca de vas a ir al cine el miércoles con tu pareja, etc.

Muchos trozos de muchos pensamientos revueltos, bien revueltos.

Y claro, en el caso de las ensaladas, esa revoltura – que llamamos «combinación» – es lo que la hace atractiva.

Pero tratándose de pensamientos, ¡uf!, ¡es un caos!

¿Por qué nos sucede eso? No lo sé. Sé que hay ocasiones en que, afortunadamente, aunque tengas muchas cosas en qué pensar, lo puedes hacer de forma ordenada: tomas un pensamiento y lo analizas y llegas a una conclusión, y entonces pasas al segundo pensamiento, y así sucesivamente.

Pero cuando los pensamientos llegan revueltos… ¡qué complicado! Tomas aire y tratas de decidir con que pensamiento quieres comenzar para poder tomar decisiones. Entonces ¡puf!, se entromete una imagen de otro pensamiento, y una conversación de otro, y una emoción de otro. Simplemente no puedes tomar el control.

¿Qué hacer, entonces? Llorar, tal vez. Ja. Y sí, me refiero a que parece que lo mejor es dejar de insistir en tratar de ordenar nuestros pensamientos. Soltar. Aceptar que por el momento no podemos dominar nuestro tren de pensamiento y meternos a otro asunto: tírate al piso y mira el techo, o sal a caminar y simplemente camina, o date un baño. Cualquier cosa en la que no tengas que «pensar» o tratar de tomar decisiones. Pasado un rato, casi como por arte de magia, parecerá que tus propios pensamientos, antes revueltos, han decidido volver a ti pero ahora de forma ordenada, como diciendo «Bueno, yo, el pensamiento 1, gané la rifa y me toca el primer turno para que me pienses y tomes una decisión acerca de mi tema«.