Al sur de la frontera, al oeste del sol – 2

Al sur de la frontera, al oeste del sol – Haruki Murakami

(Notas personales)

“- Tengo miedo -dijo-. Últimamente,no se por qué, me siento a veces como un caracol sin caparazón.
– Yo también tengo miedo. No sé por qué, pero a veces me siento como una rana sin membranas entre los dedos.
Alzó la vista y me miró. Esbozó una pequeña sonrisa.
Luego, sin mediar palabra, nos dirigimos a la parte umbría del edificio, nos abrazamos y nos besamos.
Éramos un caracol que había perdido el caparazón y una rana que había perdido las membranas.”

En el instituto, Hajime se volvió un adolescente como cualquier otro. A los 16, practicaba natación y los hombros y pecho se ensancharon. Dejó de ser el niño que siempre había sido. Leer era como una droga. También escuchaba música pero nada de eso lo compartía con otros. Era un joven solitario.

Empezó a salir con una chica. No era demasiado guapa. Se llamaba Izumi (manantial). De padre dentista y comunista, una hermana y un hermano más chicos, un pastor alemán llamado Karl Marx y en familia jugaban tenis los domingos. Izumi hubiera preferido ser hija única.

Se besaron a la tercera cita. Hajime estaba contento. Recordaba un poco a Shimamoto.

Al día siguiente en la escuela no tuvieron oportunidad de hablar. Hajimibse puso nervioso, pero luego ella le sonrío como diciendo “¡Tranquilo! ¡Lo de ayer fue real!”.

Hajime quería tener sexo con Izumi. Un amigo le consiguió una caja de preservativos y Hajimi le pidió que guardara el secreto, pero no lo hizo. El rumor llegó a oídos de Izumi.

Izumi enfrentó a Hajime. Le pidió que no la atosigara. Que ella tenía su propio ritmo. Le pidió que la esperara. Hajime accedió.