Al sur de la frontera, al oeste del sol – 12
Al sur de la frontera, al oeste del sol – Haruki Murakami
(Notas personales)
“El águila calva se alimenta del arte. El buitre devoran los cadáveres de personas anónimas.”
Durante 2 meses, hasta el principio de la primavera, Shimamoto y Hajimi se veían casi todos los días. Algunas veces ella llegaba al bar y otras lo telefoneaba para ponerse de acuerdo para verse al día siguiente a mediodía en otro lugar.
Poco a poco, Shimamoto comenzó a hablar de sus años en el Instituto. Había sido una época terriblemente sola. Una serie de malentendidos la hirió y ella se fue encerrando cada vez más en sí misma. En aquella época los chicos de su edad no le gustaban de ninguna manera. Ellos sólo buscaban mirar debajo de las faldas, pero Shimamoto quería algo como lo que había tenido en la infancia con Hajimi. Además, con el problema de su pierna, ella se sentía un estorbo.
Un día fueron a escuchar los conciertos para piano de Liz. A Shimamoto le gustó pero a Hajimi le faltó algo: el “Crec, crec” que sonaba al final del segundo movimiento en el disco que escuchaban de niños.
Llegó abril, y a mediados, Shimamoto volvió a desaparecer. Había dejado un mensaje en el dorso de una caja de cerillos: “Por una temporada quizá no pueda venir. Tengo que volver a casa. Adiós. Cuídate.”
Durante las siguientes semanas, Hajimi se sintió perdido. Cuándo finalmente se tranquilizó, decidió enfocar su energía en algunas reformas al bar.
Pasó mayo, llegó junio, y Shimamoto seguía sin aparecer. Hajimi canalizaba su energía nadando por las mañanas. El ejercicio físico no le dejaba tiempo para pensar en problemas y lo ayudaba a concentrarse en los detalles de la vida diaria.
En verano, Hajimi salió con su familia de vacaciones fuera de Tokio. Llevaban una vida de ensueño. Tenía trabajo y ganaba mucho dinero. Tenía un apartamento en Aoyama y un chalé en las montañas. Tenía un BMW y un jeep Cherokee. Tenía una familia feliz. “Pero desde que Shimamoto había dejado de venir, me parecía hallarme sobre la superficie sin aire de la luna.”
Llegado el otoño, Hajimi había tomado ya una decisión. No podía seguir viviendo de aquella forma. Esa era su conclusión definitiva.
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