Al sur de la frontera, al oeste del sol – 10

Al sur de la frontera, al oeste del sol – Haruki Murakami

(Notas personales)

“- Te estaré esperando. Hasta pronto.
Mientras conducía por la avenida Aoyama, pensé que, si no volvía a verla, me volvería loco. En el instante en que ella abajo del coche, mi mundo perdió de golpe todo sentido.”

Fueron a Ishikawa y caminaron al borde del río. En algún momento Shimamoto encontró un buen lugar. En cuclillas hecho cenizas al río y le preguntó a Hajimi si creía que llegarían al mar. Posiblemente, le respondió. El cielo parecía traer lluvia.

Mientras manejaban rumbo al aeropuerto, comenzó a nevar. Shimamoto le confesó que las cenizas eran de su hija fallecida el año anterior, un día después de nacer. No quiso enterrarla en un lugar obscuro. Prefirió conservarla con ella después llevarla al río y que fluyera hasta el mar para convertirse en lluvia.

De pronto Shimamoto se quedó inmóvil, respiraba poco y estaba fría. Hajimi detuvo el coche. No sabía qué hacer. Escuchó que ella balbuceaba algo. Entendió medicina. Busco en la bolsa de ella y encontró una pastilla. Se la dio pero ella no la podía tragar. Como no había agua se bajo del auto por nieve y se la dio derretida de boca a boca. Ella comenzó a reaccionar y le dijo que estaría bien.

Por ese retraso y la posibilidad de perder el vuelo, Hajimi pensaba como justificar que estaba en Ishikawa y no con sus amigos. Llegaron tarde al aeropuerto pero por fortuna el vuelo estaba retrasado. En el vuelo no hubo contratiempos y bajando del avión, Hajimi llamó a casa para disculparse con su mujer por el retraso.

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